20 dic. 2011

Amorcito, tu mamá me cae pésimo.

Imagen: quinn.anya
Eso de que hay que conocer a la mamá de tu marinovia antes de decidir dar el siguiente paso, es totalmente cierto. Normalmente los hombres lo decimos -medio en broma, medio en serio- por el físico, pero no contamos con el factor más importante:

La personalidad.

Sí, tu marinovia es maravillosa. Sí, tu marinovia es distinta. Es un sueño, es un amor.

Cuidado.

Afortunadamente he tenido varias marinovias que eran suficientemente distintas a sus mamás como para quedarme tranquilo, así que sé que -gracias a Dios- no es necesario generalizar sobre este tema, pero en otros casos poco a poco aprendí a reconocer la Evolución que resulta ser una INvolución y que debe terminar en la DEvolución de la marinovia oportunamente.

Creo que es fundamental que las marinovias sean suficientemente inteligentes 
para analizar cada situación, tomar sus propias decisiones 
y que no se vean condicionadas automáticamente por lo que digan sus mamis.

El problema es que la mamá también es mujer, y con más años de experiencia siéndolo. Si le gusta la idea de que estés con su hija, con TODO lo que ello implica, te va a tratar como a un príncipe. Si no le gustas, eres mujeriego, borracho, vago, maleducado y un desconsiderado total desde el comienzo. El problema para el “príncipe” aparece cuando se casan o, peor aún, cuando empiezan a convivir. Poco tiempo después, la guapísima y encantadora mamá de tu marinovia se convierte en...

tu suegra

y de pronto entiendes el porqué de todos los chistes sobre suegras que has oído hasta ahora.

Tu suegra, por las metidas de pata hasta el fondo de su papá, de tu suegro y/o de los esposos de las amigas de tu suegra, habla por la cicatriz y prepara a tu marinovia para “prevenir” una interminable serie de puñaladas dignas de una película de Tarantino que jamás en tu -hasta ahora tranquila- vida se te ocurriría darle. Se siembran frases como:

¿Y siempre se queda trabajando hasta tan tarde? 
¿Y su secretaria también? ¿Quién más? 
¿La chica bonita, flaca, pechugona, piernona y escotada que se encontraron el otro día? 
Cuidado, hijita. Una mujer siempre tiene que estar muuuuuuy atenta.

Si tu marinovia cae en el juego, fuiste. Los celos no tardarán en aflorar, se deteriorará la relación por más que le jures hasta por San Guchito que jamás harías las pavadas que “hacemos todos los hombres”, y ahí comienzan los problemas serios. Adiós a tu bella marinovia, a la encantadora muchacha de sonrisa cuyo cabello ondeaba al compás de la brisa del mar en las cálidas mañanas de verano:

Saluda a tu marisuegra.

A tu marinovia le salen tooooodas las taras, tooooodos los berrinches y tooooodas las poses de su mamá, pero el proceso es aún más extendido: Tu marinovia empezará a parecerse cada vez más a tu obscura y complicada suegra, y ella a su vez también continuará pareciéndose cada vez más a su insoportable e insufrible madre, la abuela de tu marinovia.

Si crees que es el tipo de cosas que A TI no te va a pasar, ya todo está perdido.

19 dic. 2011

¡Regresamos!

Queridos amigos:
Luego de una laaaaaarga pausa, el equipo inicial de El Marinovio ha decidido retomar este espacio para liberar un poco más del cinismo ponzoñoso que nos caracteriza. En las próximas semanas depuraremos mucho de lo que se ha escrito sin contar con nuestra edición, y pedimos disculpas por algunos excesos que hemos notado y que normalmente no hubiéramos permitido.
Esperamos que nos visiten regularmente y que se diviertan nuevamente con nosotros.
Gracias.
El Cuerdo

8 oct. 2007

Deja de Joder, Vamos a la Cama

Es muchas veces lo que queremos decir, pero... ¿cuánto lo decimos? La verdad es que pensamos y queremos decir muchas cosas pero no lo hacemos a veces por caballeros, a veces por miedo a la reacción y otras por roche, pero este problema es simplemente de comunicación ya que muchas veces las parejas carecen de empatía.

Por ejemplo: Esas noches calentonas donde los toqueteos nos hacen salir de la casa de la nueva marinovia o proyecto de marinovia doblados de dolor (Blue Balls) quisiéramos decir:

Ok, no me dejes coronar, pero ayuda a reventar.

A ver, díselo. Será para que te aniquile con su mirada de rayos láser, lo cual sería drástico pero hasta bondadoso para evitar el dolor. Sin embargo son crueles y dejan que te revienten las pelotas.

De cuando ya se pagó el derecho de piso:


La acción pasa a la habitación con toda la concha del mundo, ya ni se habla ni se insiste y todo se entiende con una mirada. Luego de la llegada a la habitación, la miras con deseo y no consigues nada más que un:

¡Cambia esa cara de depravado!

Como si tuvieras en la otra mano una cuerda atada a un burro que quieres meter al cuarto.



O cuando ya estás en el monótono acto, que haces todos los martes, jueves, viernes, sábados y domingos tempranito, como es lógico, mueres por hacer algo nuevo, pero la primera movida es atajada como arquero que adivinó el tiro. Y te dice

¿Qué m%#/(& quieres hacer?

Pero al intentar explicarlo lo más tiernamente posible, ella pone su cara de monja que vio un vibrador del tamaño de un extintor, se pone roja y te mete la puteada con respecto a los valores y demás huevadas; pero claro, cuando ella quiere experimentar algo nuevo que no sea "sacar los pies del plato", ella simplemente lo hace, y que ni se te ocurra poner cara de asombrado porque se sienten una porquería y te lo reprochará todo el día.

Vamos, marinovias. Vamos a la cama... pero no jodan.

Fuck me, but don't fuck with me.

Imagen: www.mensinterests.com

2 oct. 2007

Amorcito, Paga tu Entrada

Nos encontramos en una época de mejoría económica y de gran afluencia de artistas a nuestras comarcas, algunos de los cuales hace cinco años ni siquiera se hubiesen asomado para hacer turismo. Esto definitivamente es muy bueno, me parece excelente que la movida cultural esté más activa que nunca. El problema es que
ahora gastamos un huevo de plata más que antes.
Si uno va libremente y se tira toda la quincena en un solo concierto por más que vaya a tener que hacer malabares en los semáforos y lavar los carros de barrios ajenos para pasar desapercibido, no hay problema. Si un hombre hace eso,
obviamente era EL concierto.



El problema surge cuando ir a ese concierto (al que TODOS tus patas, colegas y jefes van a ir, del que TODOS van a comentar en cuanta reunión haya por los próximos 10 años) ya no te cuesta US$80, sino US$160. ¿Por qué? Vaya pregunta.
Tu marinovia también quiere ir.
Ni modo, o ves a tu artista favorito desde más lejos, muuuuuucho más lejos, o no te queda otra que rezar por que el único riñón que te va a quedar después de pagar las dos entradas no te falle, es sabido que eso de la diálisis es una joda. A tu marinovia no la vas a llevar a la zona de stand-up. Imagínate, todos apretados oliendo el ala, el sudor y los pedos de los demás misios como tú y con tipos punteándote y frotándose en tu marinovia. Definitivamente no es la mejor idea que puedes tener. Esa zona es para ir con los patas a saltar y cantar como locos, y si una flaca te agarró el culo, lo cuentas con orgullo encubierto en consternación.



Uno puede lidiar con esa situación, es cierto. Al fin y al cabo, en el peor de los casos vas con gusto a ese espectáculo y sales contento; no extático porque con las justas viste la cara del artista por la pantalla gigante, pero sí contento. Existe, como siempre, otra situación que resulta bastante incómoda, fastidiosa y estresante:
Tu marinovia quiere ir contigo a un concierto al que no irías ni aunque te regalaran las entradas,
y como es costumbre, espera que tú pagues las dos.
La solución más saludable que hasta ahora se me ha ocurrido es decirle:
Amorcito, mejor anda con tus amigas.
Para evitar malas caras, frialdad o días de abstinencia sexual involuntaria, es recomendable complementarlo con algo como
la vas a pasar mejor que yendo conmigo, sabes que no me gusta mucho que digamos, mi amor.
Peeeeeeeeero... con lo que ella no contaba era con pagar su costosa entrada. Es cierto, ya la malacostumbraste, quiere que la invites y por eso intentará arrastrarte al concierto por todos los medios posibles. Va a contraatacar con argumentos como:
  • Va a estar mostro
  • Ven conmigo y vas a ver que te va a gustar
  • En vivo es mucho mejor
  • Van a ir los marinovios de todas mis amigas (mentira, ya hablaste con todos ellos y acordaron hacer cualquier cosa menos ir)
Una vez que se dé cuenta de la poca efectividad de esos comentarios, guarda la Baby y saca la 9mm:
  • Es muy lejos y peligroso
  • Ha habido muchos secuestros últimamente
  • Va a haber un montón de gente y seguro roban a la salida
  • Te cuenta la historia de la amiga de una amiga a la que le pasó algo terrible yendo con sus amigas a un evento similar, probablemente sacada de alguna cadena de e-mails
Ante verdades "tan" irrefutables, como todo un caballero ofreces esperarla en la puerta de salida del concierto para recogerla y que no pase peligro. (¡Oooolé!) se pone su traje de camuflaje y saca el par de Desert Eagle .44 de Lara Croft.
Sí, ese imbécil. El que jamás pasaste y que sabes que quiere con tu marinovia. No le crees a tu marinovia que sepa que vaya a ir, pero estás seguro de que ese pendejo saldría con que ¡oh coincidencia! tiene dos entradas para Superrecontraarchi VIP Platinum 6 Plus si se enterara de que tu marinovia va a ir sola con sus amigas aunque tenga que dejar que lo filmen mientras se lo cacha un burro y colgar él mismo el video en internet para comprarlas.

Esto requiere una esquivada de balas digna de Matrix IV, es decir, que no se te mueva ni una pestaña al oírlo y actuar naturalmente. Luego de logrado el objetivo, mete las mejores balas que tengas en tu Remington M-24 SWS de francotirador, apunta... y dispara:
Qué bueno, mi amor. Ya que no va a ser necesario que te recoja, aprovecharé en ir a la casa de Fulanita (la más zorra de tus amigas). Está haciendo una reunión y no la veo hace tiempo.
Ahora es un animal agonizante, pero falta el tiro de gracia:
Tengo ganas de tomar unos tragos, le voy a decir a Menganito que me acompañe (el más perro de tus hermanos del alma, de esos que no ladran). No pensaba ir, pero como no voy a estar contigo ese sábado...



Directo entre los ojos, buen trabajo. No hay por qué sentirse culpable, ella empezó intentando manipularte. Ahora los escenarios más probables son los siguientes:
  1. Tu marinovia no va al concierto por no querer gastar la abominable cantidad de dinero que esperaba que tú gastaras por ella.
  2. Tu marinovia no va al concierto por no querer que vayas a que la zorra se te tire encima y menos aún con tragos de por medio.
  3. Tu marinovia va al concierto con sus amigas sin su mejor amigo para que las recojas después del concierto.
Sin embargo, y con ánimo de no subestimar a las mujeres, existe un escenario menos probable pero igualmente posible:


Tu marinovia va al concierto con sus amigas y su mejor amigo y no te dice esto último para que no vayas donde Fulanita, dándote con la sorpresa al ir por ellas. Podría decir que se encontraron ahí y que no sabía que iría.


Ok, ok... punto para la marinovia. Te joderá un rato, pero de una u otra forma, el objetivo principal se cumplió:
No pagaste un centavo por ese pinche concierto.

Y no puedo asegurar que te vayas a poder aguantar la risa viendo la cara del pobre pelotudo que gastó el presupuesto quincenal de una familia humilde por cuidarte a la marinovia durante tres infructíferas horas en el concierto, luego de las cuales verá con pesar que te vas solo con ella... y muy probablemente a un telo.

Imágenes:
Fabricio, Sklathill, Nikitushka, Wim Mulder, Sudama

8 set. 2007

El Clon




Hermanos marinovios:

Vengo nuevamente a predicarles la palabra de salvación. Previamente debo señalar que esta vez vengo a traerles una herramienta que servirá para resolver aquella situación que a muchos de ustedes ya debe haberles pasado, donde nuestra vida amorosa entra en jaque:




La marinovia con la cabeza caliente



Aunque no sea exactamente la cabeza lo que tiene caliente, alguna vez en nuestra vida puede suceder que nuestra novia, con falsa cara de compungida nos diga:


Tenemos que hablar... lo nuestro no ha ido bien ultimamente.


Como es bien sabido, por "últimamente" debemos entender que pueden ser los últimos 5 segundos, ya que hasta esa discusión todo parecía ir de las mil maravillas, y la marinovia no habia dado señales de lo contrario.





He conocido a alguien y me siento atraída por él. No sé qué opinas al
respecto...



Esta última frase debe interpretarse como: Así que, a menos que me digas que en realidad eres millonario, o que eres Superman y lo mantienes oculto, hemos terminado.

Muchas veces estas señoritas te dirán que están confundidas y que no saben si quedarse con uno u otro, como esperando que nosotros se lo digamos.

Es aquí donde entra esta herramienta que busca penetrar el subconsiciente femenino y revelar sus verdaderos deseos. Se llama:




EL CLON



Funciona de esta manera: Le decimos a la marinovia que imagine que pudiera ser clonada, y que ese clon es igual que ella no sólo en apariencia, sino también en personalidad, carácter e incluso memorias y sentimientos, es una copia exacta de ella misma.



Luego preguntamos:




Ahora que tienes un clon y tienes que decidir entre yo y ese otro chico... (aquí
pueden intentar sonsacar quién es ese otro, por ahí se le escapa quién es, ahí
sólo tendrán que proceder a "eliminar" el problema) ¿con quién se iría tu
clon?



Si ella responde que el clon se iría contigo, significa que, sin lugar a dudas, quiere al otro para ella, porque, aún cuando considere que el clon es igual a ella, siempre el ego queda con uno. En el fondo, la eleccion ya esta hecha:

EL OTRO

Es aquí donde se muestra el verdadero valor del marinovio. Algunos piden una nueva oportunidad, otros dicen que cambiarán, otros -los más tristes- se arrodillan y piden que no los dejen.

¡No permitamos esto, Hermanos! ¡No nos dejemos vencer por el pecado! No traicionemos nuestra naturaleza. Ante esta verdad sonrían y respondan:




Ok, ya elegiste, no haya nada más que decir excepto "Adiós".



Y se van con la frente en alto (y con un aire de indiferencia que, disfrútenlo, le arderá a la marinovia en lo más profundo de su ser).

Me despido hermanos, y que el Señor ilumine su oscuro camino del marinoviazgo.

Es palabra del Predicador.

Amén.

1 set. 2007

Mi Amigo Poncho




Siempre tuve la duda sobre cual sería el mejor método anticonceptivo que me permitiera sentir intensamente durante el coito sin tener que asustarme porque mis muchachos llegaran a hacer algo que no quiero todavía: Un calato. Condones, pastillas, la T, inyección... No es que no haya intentado de todo pero siempre es mejor consultar con el especialista y no limitarse a leer el libro de la Rampolla. Me explico. Llamaremos desde ahora a la señorita en cuestión: "J" (de jodida).

J finalmente decidió darme acceso a su zona VIP, y yo que andaba esperando un par de meses a que me den el carnet de acceso a VIP, me abastecí con furia. Compré paquetes de Durex, que a razón de US$2.20 por paquete, acabaron con mi solvencia económica. Pasaron los meses y seguíamos en el vaivén de las invenciones, posiciones, inserciones, recreaciones, y ¿por qué no decirlo? sendas actuaciones (con todo y disfraz).

Luego que la relación pasó al plano de la formalidad, llegó la conversación sobre utilizar un método menos engorroso que el de nuestro querido amigo Poncho. Porque si bien es un gran aliado para nuestras aventuras pasionales, no se puede negar lo desagradable que resulta tener que levantarse de la cama, coger a nuestro gelatinoso amigo, extraerlo de nuestra agradecida y muchas veces adolorida pieza, hacerle un nudo de globo de agua, y botarlo a la basura/suelo/water apenas instantes después del maravilloso y placentero clímax (ver el post Odio Usar Condón). Y es que en ese momento, cuando todavía tengo los ojos medio volteados y la lengua afuera, lo único que quiero es quedarme adentro de la cama, bien abrigado hasta agarrar sueño.

Tras explicarle detenidamente la tortura que me resultaba la escena recientemente contada, J accedió a cambiar, agregando su comentario personal de:

a pelo es mejor

¡Y claro que lo es! Pero si le explicas que por eso es que quieres cambiar el método, créanme, les van a cerrar el caño por un tiempo.

Y vino el cambio.

¿Pero cuál? ¿Ahora qué uso?

preguntó J, así que nos decidimos a probar sin consultar con un profesional que, con un par de exámenes, me hubiera evitado tantos líos, problemas y noches completas en compañía de mi fiel mano, la misma que me acompañó durante la adolescencia mientras hacía zapping entre La Serie Rosa y Venus. Pero esa es otra historia.


Sin más conocimiento que las ganas de hacerlo sin obstáculos, le sugerí usar la T. Me dijo que no, que no iba a meterse esa webada ahí porque una amiga le había dicho que a su prima le había pasado algo horrible con la T y que se le infectó todo y no sé cuántos detalles más que provocaron en mí masivas arcadas de sólo imaginar que te podrían prohibir la entrada a tu zona VIP un par de meses porque está contaminada con cuestiones pútridas y viscosas como pus y demás secreciones humanas además de estar fumigándose. Por mi bien y el de mi muchacho, decidimos descartar la T y continuamos pensando.

Las inyecciones fueron rápidamente sacadas de la lista debido al grosero terror que ambos tenemos a las agujas. Sé que suena estúpido pero J me amenazó con que si acercaban la aguja a menos de un metro suyo, yo tampoco podría acercarme a picharla ni un poco. Descartado. Fue así que por fin decidimos darle oportunidad a las pastillas. Tan pequeñas y de pinta tan inofensiva que pensamos que era la solución perfecta. Sí señores, las pastillas son tus amigas, no molestan a nadie, dije.

¡¡¡¡¡ERROR!!!!!

Tras la aparente careta de delicadeza que tienen las pequeñas pastillas son una Bomba de Hormonas. Algún incauto dirá que algo tan pequeño e inofensivo no puede volverse la causa de guerras nucleares dentro del hogar. Prueben con una pequeña gotita de sangre en una pecera llena de pirañas y díganme qué pasa. ¡¡¡¡Esto es peorrrrrrr!!!! Tomó las pastillas durante sólo un mes y sólo la vi 3 días.

El humor le cambió de tal manera que hizo parecer a Hitler como un budista amante de la paz.

Por la Sarita que no quería llegar a la casa, me daba miedo entrar al cuarto, mientras me sacaba la ropa me miraba con cara de "si te sacas mal el calzoncillo te arranco el derecho de una mordida".

Venían los "te amo" y los "uhmmm te quiero" y POBRE DE TI HUEVÓN QUE NO ME CONTESTES DE VUELTA.

Carajo, de tanto miedo, quería darla rápido y salir corriendo con alguna excusa, pero era imposible porque sabía que me perseguiría por la calle hasta cortarme el pájaro, mismo Lorena Bobbit.

Así que decidí optar por la poción inteligente: Me empecé a austentar de la casa. Llegaba tarde, cansado y siempre con dolor de cabeza. Actuación que fue digna de un Oscar, debo decir.

Así que, ese fatídico mes, durante una de mis tantas sesiones de cachetearme el pavo en el baño, tuve una larga charla con mi muchacho y me pidió que volviera a llamar a nuestro amigo Poncho. Hoy, con el conocimiento de un veterano de guerra les confieso que si bien con Poncho no hay tanta sensación de placer durante el acto, prefiero acabar, levantarme, coger al gelatinoso, extraerlo, hacerle nudo de globo de agua, botarlo, regresar congelado a la cama, echarme y dormir... pero vivir para contarlo.

30 ago. 2007

Volteando la Torta




Hoy comentaremos la pregunta que nuestras marinovias siempre nos hacen e indefectiblemente generan siempre el gran dilema de cuando tenemos que ir a algún sitio:




¿Me veo bien?

Bueno, ¿que responder? Si respondemos "sí" suelen darse las siguientes frases consecutivamente:

1. No mentira, me estás mintiendo.
2. Lo dices por compromiso.
3. Lo sabía... ¡me veo mal!
4. Estoy gorda.
5. Mejor anda solo.

Ahora, si respondemos "no":

1. ¿Ves? No me quieres.
2. ¿Es que ya no te gusto?
3. ¿Cómo me haces esto?
4. Seguro quieres ir solo para encontrarte con tus a-mi-gui-tas allá.
5. ¡Lárgate!
6. No, ven.
7. Es que ya nada me queda bien
8. Estoy gorda
9. Mejor anda solo.
Si nos damos cuenta y analizamos las dos repuestas, llegamos a la deducción que estamos con una gorda y que por consiguiente tenemos que ir solos a cualquier sitio.

Si lo tomamos desde el punto de vista positivo, como deberíamos tomarlo los hombres, pues ellas solas ponen sus propios pretextos para que nosostros salgamos solos... ajá. Ahora que lo pienso bien, ¿no es mala idea no? Eso es sacarle provecho a la situación, o sea, psicología femenina utilizada en mente masculina.

¿Peligroso? Un experimento para este fin de semana.
Imagen: Size8Jeans