21 jun. 2006

No Me Digas Qué Hacer


Esta es otra de las cuestiones para las que los hombres probablemente jamás tendremos una respuesta válida o por lo menos satisfactoria:






¿Por qué las mujeres creen que deben decirnos cómo hacer todo?
Ante el primer atisbo de un movimiento muscular de nuestra parte, o tan pronto alguien pide nuestra opinión sobre algo cotidiano, entre las demás innumerables situaciones que se nos presentan día a día frente a nuestras marinovias, ellas siempre tienen algo qué decir. Deben sentirse "El Manual de Manuales", todo lo saben, todo lo dicen, sobre todo opinan, todo lo juzgan. Aquí les cuento la última de mi marinovia:

Ella, como muchas mujeres, no se lleva nada bien con la computadora, y me pidió que busque una opción de Word luego de haberse pasado 25 minutos buscándola por rechazar mi ofrecimiento inicial de ayuda. Me senté frente a la computadora, y ni siquiera había agarrado el mouse, cuando de pronto escuché:
"Busca en Archivo."
Me quedé tieso y se me vinieron a la cabeza las 300 veces anteriores en las que ella me había hecho lo mismo. Se me quitaron toditas las ganas de seguir ayudándola, pero... en fin. Lo necesitaba. Le respondí cariñosamente:
"No, mi amor. No está en Archivo."
Ante lo que preguntó:
"¿Y cómo sabes si todavía no abres Archivo?"
Cerré los ojos, conté tres ovejitas saltando una cerca, y le respondí:
"Porque sé cuáles opciones hay en Archivo y lo que buscas no está ahí, mi amor."
Punto para la paciencia. Cuando estaba dirigiendo el puntero hacia el menú donde estaba lo que mi marinovia necesitaba, de pronto escuché:
"Entonces busca en Edición."
Cerré los ojos nuevamente, y le disparé a las tres ovejitas que acababan de saltar la cerca.
"Amorcito, no te preocupes. Yo sé dónde está la opción."
Un nuevo comentario de mi marinovia no se hizo esperar:
"¿¿¿O sea que yo soy una inútil???"
Lo dicho: Noooooo, mi amor. Yo llevo aaaaaaaños trabajando con computadoras y sabes que soy curioso. Por eso sé dónde está.

Lo cierto: Pos pa qué te digo que no si sí.

Opté por concentrarme ignorando lo que siguió diciendo y rápidamente con tres "clicks" encontré lo que ella necesitaba, ante lo que simplemente dejó de alucinar sus eternas teorías sobre cómo trataba de hacer que se sintiera mal con palabras en doble sentido, me dio un beso y súbitamente se puso de buen humor.

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