Imagen: quinn.anya |
La personalidad.
Sí, tu marinovia es maravillosa. Sí, tu marinovia es distinta. Es un sueño, es un amor.
Cuidado.
Afortunadamente he tenido varias marinovias que eran suficientemente distintas a sus mamás como para quedarme tranquilo, así que sé que -gracias a Dios- no es necesario generalizar sobre este tema, pero en otros casos poco a poco aprendí a reconocer la Evolución que resulta ser una INvolución y que debe terminar en la DEvolución de la marinovia oportunamente.
Creo que es fundamental que las marinovias sean suficientemente inteligentes
para analizar cada situación, tomar sus propias decisiones
y que no se vean condicionadas automáticamente por lo que digan sus mamis.
El problema es que la mamá también es mujer, y con más años de experiencia siéndolo. Si le gusta la idea de que estés con su hija, con TODO lo que ello implica, te va a tratar como a un príncipe. Si no le gustas, eres mujeriego, borracho, vago, maleducado y un desconsiderado total desde el comienzo. El problema para el “príncipe” aparece cuando se casan o, peor aún, cuando empiezan a convivir. Poco tiempo después, la guapísima y encantadora mamá de tu marinovia se convierte en...
tu suegra
y de pronto entiendes el porqué de todos los chistes sobre suegras que has oído hasta ahora.
Tu suegra, por las metidas de pata hasta el fondo de su papá, de tu suegro y/o de los esposos de las amigas de tu suegra, habla por la cicatriz y prepara a tu marinovia para “prevenir” una interminable serie de puñaladas dignas de una película de Tarantino que jamás en tu -hasta ahora tranquila- vida se te ocurriría darle. Se siembran frases como:
¿Y siempre se queda trabajando hasta tan tarde?
¿Y su secretaria también? ¿Quién más?
¿La chica bonita, flaca, pechugona, piernona y escotada que se encontraron el otro día?
Cuidado, hijita. Una mujer siempre tiene que estar muuuuuuy atenta.
Si tu marinovia cae en el juego, fuiste. Los celos no tardarán en aflorar, se deteriorará la relación por más que le jures hasta por San Guchito que jamás harías las pavadas que “hacemos todos los hombres”, y ahí comienzan los problemas serios. Adiós a tu bella marinovia, a la encantadora muchacha de sonrisa cuyo cabello ondeaba al compás de la brisa del mar en las cálidas mañanas de verano:
Saluda a tu marisuegra.
A tu marinovia le salen tooooodas las taras, tooooodos los berrinches y tooooodas las poses de su mamá, pero el proceso es aún más extendido: Tu marinovia empezará a parecerse cada vez más a tu obscura y complicada suegra, y ella a su vez también continuará pareciéndose cada vez más a su insoportable e insufrible madre, la abuela de tu marinovia.
Si crees que es el tipo de cosas que A TI no te va a pasar, ya todo está perdido.
3 comentarios:
Hahaha. Felizmente no me ha pasado, pero en general creo que es bastante cierto.
q fue man... otra vez olvidaron el blog :(
hace mucho no pasaba por acá a leer sus quejas... me hacían falta, saben? jajajaja
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